
Real
Monasterio de Santo Tomás. Todavía habitado por 22 dominicos se recorre con
audio guía. Tres claustros, una iglesia y el antaño palacio de los Reyes hoy
reconvertido en museo de animales disecados y un nutrido Museo de arte oriental
son el objeto de la visita. Éste último, fruto de la recopilación de los monjes
en su labor de evangelización en China, Japón y Vietnam muestra ese arte de
mundos diferentes, y tres pequeños Cristos, mutilados y oscuros, rescatados de
entre las ruinas de Nagasaki tras la bomba atómica. El monasterio, edificado a
partir de 1482 a instancias de los Reyes Católicos se muestra sobrio y con
escasa decoración excepto en la Iglesia donde destaca el retablo principal así
como el sepulcro del príncipe Don Juan, de alabastro, hijo de Isabel y
Fernando, fallecido a edad temprana. Esa tumba fue profanada en 1809 desapareciendo
los restos mortales. Alberga igualmente varias capillas una de ellas llamada
del Cristo de las Angustias o de la Agonía, talla anónima del siglo XV ante la
cual rezaba Santa Teresa, desde donde se le impartía confesión, y donde tuvo
una de sus visiones de la Virgen y San José. A la salida pasa un tren
turístico, demasiado deprisa, ni siquiera para atisbar la placa que en la
entrada muestra las palabras que el fraile Montesinos pronunciara en el Nuevo
Mundo en defensa de los derechos de los indígenas, en 1511. Él salió de este
convento.
Decid:
¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre
a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas
gentes, que estaban en sus tierras mansas y pacíficas donde tan infinitas de
ellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan
opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades en
que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por
mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día?
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