Es Loeches un lugar que
reposa a primera hora del domingo. Los feligreses acuden a misa a primera hora,
las diez, a la Iglesia del Monasterio de la Inmaculada Concepción, o Convento
Grande. Regentado por Dominicas y fundado por el Conde Duque de Olivares en
1640. Acaba la misa y entramos. La señora encargada nos abre las puertas del
panteón de la familia de Alba. Los antiguos Duques de Alba y familia descansan
en lo que parece otro Escorial. Sepulcros negros. La señora se lanza a hablar,
a ráfagas. Dice que parte de los restos de la última Duquesa están ahí, en la
urna más alta, sin nombre. El Conde Duque y esposa reposan en la pared. Un
bello sepulcro blanco ilumina la escena. Se trata de la sepultura de Francisca
de Montijo, hermana de la emperatriz Eugenia. El dinero no da la felicidad, nos
dice. Desgraciada vida, nos cuenta, de la que fue obligada a casarse con un
Duque de Alba no estando enamorada y que murió a la temprana edad de 35 años.
Uno de sus nietos murió en Paracuellos durante la contienda civil. Nos sigue
contando para decirnos que este es un convento fundado en venganza por el Conde
Duque ya que una noche, huyendo de la justicia, éste intento ser acogido en el
convento pequeño, a escasos metros, el de las Carmelitas Descalzas. Rechazado,
juró hacerles sombra y a fe que lo consiguió, por lo menos en tamaño. Más
historias como la del oro de España que estuvo aquí 24 horas y de la que ella
no ha podido encontrar ni siquiera unas migajas. Admiramos la pintura del
altar, moderna, siglo XX. Lo demás lo destruyó la guerra.
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