Sorpresa
en visita temporal a la RABASF. Pintor del XVII, XVIII y magnífica obra, sólo
con lápiz y sanguina. Donde solo hay dos tonos parece que hubiera miles.
Rumbo a Nuevo Baztán. Es
Juan de Goyeneche (1656-1735) quién crea todo de la nada. Hoy se rehabilita a
pasos agigantados cuando hay dinero y se para cuando no lo hay. Dos horas de
visita con audiovisual de entrada, en la antigua bodega de palacio, rodeados de
tinajas de Colmenar de Oreja. Muy interesante. Navarro del Baztán, a los 15
años deja su pueblo para estudiar en los jesuitas de Madrid. De ahí medra y se
relaciona con la Corona, primero con el último austria, apostando después por
el primer borbón. Siempre en temas de dinero y tesorería. De hecho su
suministro de paños para el ejército borbón en la guerra de sucesión valdrá su
precio en oro en forma de exenciones fiscales y prebendas para el monopolio en
la fabricación de artículos de lujo. Empresario seguidor del colbertismo, o
partidario de evitar tanta importación y producir localmente, que crea fábricas
de alcohol, cera, jabón, vidrio, sombreros, zapatos,…Decían de él que “todo
entiende y a todo atiende”. José de Churriguera traza el pueblo y proyecta
sobre papel el conjunto de fábricas, viviendas, palacio e Iglesia. Así se
construye el primer pueblo industrial de nueva planta. Se trae a los mejores
artesanos y a mano de obra barata. Incluidos los agotes, grupo social
minoritario y marginado del Baztán. La iglesia es pequeña y fría y la preside
San Francisco Javier. De hecho, hay Javierada cada año en este pueblo.
Churriguera es el autor del retablo también, en mármol. Hay cripta con tinajas
e historias de cárcel en palacio, con presos que construyeron el tren de Negrín
o de los cuarenta días. Paseamos por las cuadriculadas calles y vemos el olmo
de trescientos años de tronco inabarcable que se libró de las enfermedades del
pasado. La plaza de fiestas albergó muchas en el pasado. Cuadrada y hermosa,
con balcones al servicio de realeza y nobleza. Toros y más. Dentro del Palacio un patio. Arriba, lo
que en su día serían habitaciones, esperan hoy más dinero para ser
rehabilitadas o un inversor que quiera transformar todo el recinto en otra
cosa. Nos enteramos que la casa de Juan de Goyeneche en Madrid era la actual
Academia de San Fernando. El dinero llamaba al dinero.
Es Loeches un lugar que
reposa a primera hora del domingo. Los feligreses acuden a misa a primera hora,
las diez, a la Iglesia del Monasterio de la Inmaculada Concepción, o Convento
Grande. Regentado por Dominicas y fundado por el Conde Duque de Olivares en
1640. Acaba la misa y entramos. La señora encargada nos abre las puertas del
panteón de la familia de Alba. Los antiguos Duques de Alba y familia descansan
en lo que parece otro Escorial. Sepulcros negros. La señora se lanza a hablar,
a ráfagas. Dice que parte de los restos de la última Duquesa están ahí, en la
urna más alta, sin nombre. El Conde Duque y esposa reposan en la pared. Un
bello sepulcro blanco ilumina la escena. Se trata de la sepultura de Francisca
de Montijo, hermana de la emperatriz Eugenia. El dinero no da la felicidad, nos
dice. Desgraciada vida, nos cuenta, de la que fue obligada a casarse con un
Duque de Alba no estando enamorada y que murió a la temprana edad de 35 años.
Uno de sus nietos murió en Paracuellos durante la contienda civil. Nos sigue
contando para decirnos que este es un convento fundado en venganza por el Conde
Duque ya que una noche, huyendo de la justicia, éste intento ser acogido en el
convento pequeño, a escasos metros, el de las Carmelitas Descalzas. Rechazado,
juró hacerles sombra y a fe que lo consiguió, por lo menos en tamaño. Más
historias como la del oro de España que estuvo aquí 24 horas y de la que ella
no ha podido encontrar ni siquiera unas migajas. Admiramos la pintura del
altar, moderna, siglo XX. Lo demás lo destruyó la guerra.