martes, 5 de abril de 2016

lourdes


Lourdes y su santuario. Escenas de cientos de carros avanzando. Gritos en el silencio. Cuando todos esperan, rezando, o soñando. Se habla entre susurros o abiertamente, y suena una palabra. Milagro. El agua que baña enfermos o que se bebe. Lleva calificativo, adjetivo. Alguien habla de alguien que vio, que oyó. Gruta misteriosa desde 1858, cuando dicen se apareció la virgen. Pastores niños en un día normal. Ya se perdió la normalidad. Los que tiran de los carros miran y callan, escuchan lenguas diversas. Sacerdotes poliglotas o múltiples sacerdotes. Cenas comunitarias y canciones. Y medallas y estatuas y recuerdos de todo tipo. Una aldea que se hizo pueblo, eterno. De mucho antes existía el castillo desde el cual se atisba lo creado, también el Gave de Pau, el río. Ondea la bandera en escenario de luchas y conquistas. Mucho antes de que todo empezara. El tiempo de la fe.



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