Fundación
Mapfre. Allí se exhibe Retorno a la belleza, obras maestra del arte italiano de
entreguerras. Rasgos de clásicos italianos. Narices que caen rectas, rostros
picassianos. Tras la devastación de la Gran Guerra y ajenos a que vendrá algo
peor, el arte sigue pensando en plasmar vida. Dos plantas que recorremos
lentamente, y un resultado global magnífico. La fuente, lugar de comunicación y
socialización, es un hermoso cuadro de Gisberto Cerachinni, 1930. Retratos y
desnudos. Ella lee Dhely, y medita, es La muchacha sentimental, de Ubaldo Oppi.
Más retratos suyos, magníficos. Sorprenden los colores y figuras precisas de
Antonio Donghi. También hay objetos y bodegones. La escultura Nena de Arturo
Martini, 1930, sólo el busto, destaca entre los lienzos colgados. El Retrato de
Renato Gualino, de Felice Casorati, 1924, sirve de portada de la muestra y
transmite serenidad. Y la familia en la playa que reza el rosario de Cagnaccio
es fantástico en su composición, expresividad y materialización. Puestos a
elegir una obra me voy a lo pequeño, en tamaño, sencillo en composición,
humilde en su idea, el retrato, puro y simple, de pocas sombras, de mucha luz,
es la Jovencita de Donghi, de 1931. Grande en su mirada.