viernes, 1 de abril de 2016

iglesias de Florencia



Pasamos por la Iglesia de Orsanmichelle donde destaca una talla de un crucificado, con volumen y expresión realista, obra de Andrea Orcagna (1308-1368). El claustro de San Lorenzo alberga un bello naranjo, realzado bajo el sol. No se acaba el arte, los tabernáculos presentes en muchas esquinas lo recuerdan, o también el cenáculo de Santa Apolonia, con un inmenso fresco de la última cena, obra de Andrea del Castagno (1419-1457), que se ubica en uno de los frontales del antiguo refertorio del convento. También aquí aparece una gran talla de un Cristo crucificado, obra de Rafaello de Montelupo (1505-1569). El claustro de este lugar es hoy sede de un complejo universitario donde las pintadas han sustituido a los frescos y donde la hierba crece libremente. Lo que fue el  convento de Santa Orsola aparece revestido de billetes de dólar que han desaparecido en sus alturas más bajas. Dicen que ahí pueden estar enterrados los restos de la modelo que sirvió a Leonardo para su Mona Lisa.
La plaza de la Anunciatta se muestra vieja con ese encanto que da lo que no ha sido restaurado. Con fachadas de antaño y porticada a trozos es un remanso de paz a esa hora de la tarde. Esperamos la apertura de la basílica y en esas, a nuestra izquierda, se abre una pequeña puerta que da paso a una Iglesia. Pasamos y la persona al cargo nos sirve de guía improvisado de lo que es un Oratorio. Prolija explicación sobre el origen del lugar y sobre la labor actual de los religiosos que lo llevan que dicen misa en latín y que dan de comer diariamente en local cercano a mas de doscientas personas. No cuentan con ninguna ayuda oficial, nos muestra para finalizar la que piensan es la única escultura de del Castagno, un San Jerónimo que nos dice acaba de llegar del Louvre. La Anunciatta por dentro es espectacular también. Contiene una Anunciación que dicen fue pintada por Fra Bartolomeo. Dicen que se durmió intentando terminar la cara de la virgen. Al despertar estaba acabada. Eso llevó a que el pueblo quisiera que el lugar quedara intramuros y se convirtiera en lugar de peregrinación. El claustro también alberga frescos, pozo y silencio. En él destaca la Virgen del saco, fresco de Del Sarto. 
Subimos a continuación al Duomo, la subida es dura y empinada. Las paredes llenas de mensajes y firmas. No escribir en las paredes es el cartel que aparece. Fechas, nombres y corazones lo niegan. El conjunto desde arriba parece excepcional pero no lo disfruto. Vértigo, sólo una barandilla de protección, la sensación me hace querer bajar cuanto antes. Espectacular la vuelta que se da en la parte alta de la cúpula, tanto en la subida como en la bajada, que muestra de cerca los frescos y que deja la Catedral ahí debajo.
No sé si la plaza de la Santa Cruz es la más bonita de Florencia pero desde luego opta a ello. Espacio abierto con mucho banco sin verde, donde destaca la fachada de la propia basílica, las casas de colores y la música de violín, guitarra y chelo al sol. La basílica sigue la línea de todo lo visto, inimaginable, y contiene las tumbas de varios grandes, como Machiavelo, Dante, Galileo y el propio Miguel Angel. El monumento funerario de Pio Fedi al dramaturgo Niccolini, que data de 1877, parece un anticipo de la célebre estatua de la libertad de NY. Por destacar algo más, hablemos de la impresionante Anunciación en piedra de Donatello con incrustaciones doradas. Le siguen capillas, sacristía y frescos por doquier. Un claustro de verde reluciente antecede a otro también verde y soleado sin frescos y silencioso. Descubrimos las sinopias o bocetos originales en piedra sobre los que se pintaban los frescos. Las sinopias toman su nombre del pigmento rojizo utilizado, originado de la ciudad turca Sinop. Y ahora se exhiben después de que los frescos que las cubrían hayan sido “despegados” de la piedra. Impresionante la simplicidad de trazo de la Virgen con niño del Maestro de San Martino de Mensola (1375-1400).
Visitamos a continuación la Iglesia de Santa María de Novella de impresionante fachada de tonos blancos y verdes. El claustro de los muertos alberga cientos de tumbas, se suceden los frescos hasta llegar a la espectacular sala capitular o de los españoles también repleta de pinturas murales. Nuevo claustro. La basílica es abrumadora, repleta de pinturas. Pasamos a una capilla donde se encuentra una talla excepcional de un crucificado, obra de Filippo Bruneleschi (1377-1446). Pálido y sin paño de pureza, destaca por su realismo. El conjunto de la visita impresiona y abruma.
Seguimos por la Catedral de Santa María del Fiore. Espectacular recinto que destaca por su decoración exterior en mezcla de mármoles blancos, verdes y rojos. La fachada resiste los embates de los fotógrafos y la catedral como tal es de visita gratuita. De amplia y alta nave la recorremos antes de ascender al Campanile, esbelta torre que domina la ciudad. La subida se nos hace dura, quizás sea el peso de la comida, las escaleras se agolpan y parecen no acabar nunca. Afortunadamente no hay mucha gente, no es agobiante el espacio y la vista desde arriba merece el esfuerzo. Seguimos por el Batisterio cuya fachada se encuentra en obras. El interior es más de lo mismo, sobrecogedor espacio con cúpula de infinitos mosaicos de estilo bizantino coronados por un enorme Pantocrator.

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