viernes, 1 de abril de 2016

catedral de málaga



Alonso de Mena (Granada-1587-1646)
Crucificado (Catedral de Málaga)-1630

La catedral es imponente. Pagamos la entrada que te permite el acceso. Enorme, alta. Le llaman la manquita por la falta de una torre, inacabada. Hace calor a pesar de la oscuridad. Vidrieras en lo alto. Se suceden las capillas, repletas de imágenes y lienzos. La de los Reyes presenta a la Virgen del mismo nombre, regalo de los Católicos tras la reconquista de la ciudad en 1487. Fue la imagen que presidió la consagración al culto cristiano del templo. A ambos lados dos estatuas orantes de Pedro de Mena representan a Isabel y Fernando. En la misma capilla un enorme cuadro, la Decapitación de San Pablo, de Enrique Simonet, 1881, lienzo que sorprende por su luz y la perplejidad de los personajes. En la capilla en honor de los caídos del bando franquista durante la guerra sobresale la talla del Crucificado de Alonso de Mena (1587-1646). A sus pies el busto de una Dolorosa, obra de su hijo Pedro. Gruesas columnas soportan los techos labrados. Mezcla de estilos, tras un par de siglos de construcción, acaba decantándose por el estilo renacentista. En la capilla de Trascoro una hermosa Piedad en mármol, obra de los Hermanos Pissani en 1802. Dentro del recinto sólo dos estancias forman el Museo Catedralicio. Estamos solos disfrutando de las pocas pero interesantes obras expuestas. Inconfundible la Piedad de el divino Morales o el San Pablo ermitaño e iluminado de José de Ribera. Del círculo de Murillo aparece una preciosa Dolorosa. Se muestran también diversos objetos que pertenecieron al Cardenal Herrera Oria, enterrado en una de las capillas. De Pedro de Mena se exponen varias pequeñas esculturas. Salimos por coquetos jardines.

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