Crucificado
(Catedral de Málaga)-1630
La catedral es
imponente. Pagamos la entrada que te permite el acceso. Enorme, alta. Le llaman
la manquita por la falta de una torre, inacabada. Hace calor a pesar de la
oscuridad. Vidrieras en lo alto. Se suceden las capillas, repletas de imágenes
y lienzos. La de los Reyes presenta a la Virgen del mismo nombre, regalo de los
Católicos tras la reconquista de la ciudad en 1487. Fue la imagen que presidió
la consagración al culto cristiano del templo. A ambos lados dos estatuas
orantes de Pedro de Mena representan a Isabel y Fernando. En la misma capilla
un enorme cuadro, la Decapitación de San Pablo, de Enrique Simonet, 1881,
lienzo que sorprende por su luz y la perplejidad de los personajes. En la
capilla en honor de los caídos del bando franquista durante la guerra sobresale
la talla del Crucificado de Alonso de Mena (1587-1646). A sus pies el busto de
una Dolorosa, obra de su hijo Pedro. Gruesas columnas soportan los techos
labrados. Mezcla de estilos, tras un par de siglos de construcción, acaba
decantándose por el estilo renacentista. En la capilla de Trascoro una hermosa
Piedad en mármol, obra de los Hermanos Pissani en 1802. Dentro del recinto sólo
dos estancias forman el Museo Catedralicio. Estamos solos disfrutando de las
pocas pero interesantes obras expuestas. Inconfundible la Piedad de el divino
Morales o el San Pablo ermitaño e iluminado de José de Ribera. Del círculo de
Murillo aparece una preciosa Dolorosa. Se muestran también diversos objetos que
pertenecieron al Cardenal Herrera Oria, enterrado en una de las capillas. De Pedro
de Mena se exponen varias pequeñas esculturas. Salimos por coquetos jardines.
No hay comentarios:
Publicar un comentario