En San Isidoro
nos enseñan el cáliz de Doña Urraca, quizás sea el santo grial, y un fabuloso
panteón decorado en techos con preciosas pinturas que muestran la vida de
Cristo, y en doce dibujos de doce meses toda una vida, la del pueblo,
simplificada.
La catedral pasó de iluminada a soleada. El frío no
parece tanto, hasta que entramos en el recinto de la catedral. Poco a poco se
siente cómo llega a los huesos. Rosetones y vidrieras que dejan pasar luz, más
o menos, dependiendo del ala. Primera impresión de color. De colores que se
filtran por cristales cortados. Audio
guía que cuenta y no para. Milagros arquitectónicos para una catedral que
parece transparente por dentro y pétrea por fuera. Hubo trabajos de
restauración, serios, en el pasado, para evitar males mayores. Las capillas
están poco decoradas.